Donde no llegó el goleador más fiable de LaLiga (Messi) llegaron uno de los más vacilantes ante la portería rival (Vinicius) y uno de los atacantes más suplente entre los suplentes (Mariano). El primero con el involuntario rechace de Piqué y el segundo con el telón cuesta abajo. Dos goles inesperados para ventilar un clásico que devolvió al liderato al Madrid. Un Real tieso y timorato al inicio, pero enérgico y autoritario en el segundo tiempo, cuando soltó bridas, se descamisó y terminó por desteñir a su rival. Enfrente, un Barça cargante con la pelota pero agitado por Messi dio paso a un Barça tan fundido y huérfano del balón que ni el diez tuvo horizontes.
De entrada, quería caminar el Barça. Y quería correr el Madrid. Dos vías diferentes y un mismo destino: la nada, por lo general. Sin marcha, los azulgrana tramitaban el choque a la espera del dictado de Messi. Sin tregua, los madridistas enfilaban a Vinicius. De la vía Messi casi saca provecho el equipo de Setién, que le puso el poco picante del primer acto. No atinó Griezmann tras un lazo entre el rosarino y el pulgoso Jordi Alba. Y Courtois cubrió de maravilla la guardia ante el 10, primero en disparo con la derecha y luego en un duelo esgrimista tras una geométrica asistencia de Busquets. También venció Courtois frente a Arthur, agotado ante el belga tras una carrera maratoniana. De Ter Stegen no hubo pistas. Al menos con las manos. Con Vinicius al tambor, hasta pasado el intermedio, del alemán solo hubo huellas con los pies.
Con Messi en la sala de espera y el Madrid sin colmillos, hasta la tamborrada blanca el clásico solo tuvo su gracia en la etiqueta: eso, un clásico. Plomizo con la pelota, con Arthur y De Jong más dispuestos al trámite que a la aventura, el Barça gestionó el duelo sin otro volumen que el de su capitán, refugiado en las cuerdas a la espera de su momento. Otro asunto es Vidal, un forastero. Al chileno le chirría tanto el toque-toque-toque como a los suyos sus estampidas por aquí y por allá. Con Braithwaite de nuevas y Ansu Fati como becario, el Barça no acaba de dar con el tercer jugador que hile con Messi y Griezmann.
Indefinido al comienzo, el conjunto de Zidane apenas tuvo relato. Regresó Kroos, pero sin sustancia. Lo mismo que Isco y Benzema, rebajados por el fogueo madridista, reducido a los acelerones sin fin de Vinicius. Un remate alto de Benzema fue toda la producción ofensiva de los locales en el primer acto, con Chamartín tan en alerta con Messi como con Mateu, al que reclamó la expulsión de Jordi Alba. Un pique con Carvajal les costó a ambos la tarjeta amarilla poco antes de que el catalán se estrellara con Valverde y provocara su derribo.
Mucho menos carrete tuvo el Barça del segundo tiempo, que ya ni se meció con la pelota, repentinamente desnortados sus volantes. El balón sacaba la lengua a los azulgrana, lo que activó al Madrid, mucho más arrebatador que antes del descanso.
Más pujante en cada asalto, el grupo de Zidane ya tuvo otra mordida. Suficiente para amenazar a Ter Stegen. Primordial para los barcelonistas con una parada en vuelo y a mano cambiada tras un disparo combado de Isco. Camuflado de ariete fue el malagueño quien disparó otra vez las alarmas en el rancho visitante. Su cabezazo lo rebañó Piqué bajo el larguero. El Madrid, con otro cuajo y más hueso, ya era otro Madrid. El Barça, sin tan siquiera el sostén tedioso de la pelota, ya era otro Barça. Con el balón le cuesta atacar como nunca; sin él no tiene defensa.
En plena crecida de los blancos intervino Setién para dar cancha a Braithwaite en lugar del disperso Arturo Vidal. Un parpadeo tardó el danés en apurar al firme Courtois. Y justo después, Vinicius, lanzado por Kroos se plantó por enésima vez en el área de los azulgrana. Piqué le concedió metros de profundidad y el tiro del brasileño, como los anteriores, tampoco pareció terminal, pero un rebote en Piqué dejó sentado y abrumado a Ter Stegen. Guiños del fútbol. Aunque fuera de carambola Vinicius llegó donde ni Messi, que no necesita ayudas externas, pudo hacerlo. Marcelo, con tantas cruces defensivas, se interpuso a tiempo cuando el argentino encaraba a Courtois. Setién recurrió tanto a Braithwaite como a Fati, pero nada alteró el discurrir del encuentro. El Barça ya no tenía un pase y el Madrid tenía tales vibraciones que hasta Mariano dio con el gol.
En un equipo en el que gol no tiene precio, resulta que en el día de caza mayor, sin Hazard, sin Bale y con Benzema seco desde hace meses, Vinicius y Mariano socorrieron a quien más méritos hizo. Dos situaciones atípicas que coronaron a quien ya hacía un buen rato que tenía el partido por la pechera: el Madrid, el nuevo líder de una Liga que aún tendrá muchas curvas para dos equipos que hoy son un tiro al aire. En Europa y por el campeonato doméstico. A unos les apaña Messi con cierta frecuencia para tapar lo que les falta (profundidad e intendencia defensiva). Otros necesitan de todo el gremio para maquillar lo que les falta (un Leo). LaLiga aún tendrá mucha cháchara. De momento, el dictado es blanco tras una victoria liguera en Chamartín en un clásico que no se producía desde el curso 2014-2015. Y un estreno local para Zidane, que mantiene a los suyos agarrados al campeonato. Pero le queda tanto tajo como a los de Setién. Ninguno de los dos equipos merece una apuesta contundente, por más que ahora el Madrid vea al Barça por el retrovisor.
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